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El almacén de Dios

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 El almacén de Dios Un hombre entró en un local y vio a un señor en el mostrador. Maravillado con la belleza del lugar, preguntó: -Señor, ¿qué se vende aquí...? -Los dones de Dios, -le respondió el Señor. - ¿Cuánto cuestan? -volvió a preguntar. -¡No cuestan nada...! ¡Aquí todo es gratis...! El hombre contempló el local y vio que habían jarros de amor, frascos de fe, paquetes de esperanza, cajitas de salvación, mucha sabiduría, frascos de perdón, paquetes grandes de paz y muchos otros dones. Entonces, el hombre maravillado con todo aquello, pidió: - Por favor, quiero el jarro más grande de amor, todos los jarros que tenga de perdón y una caja grande de fe para mí, mis amigos y mi familia. Entonces, el Señor preparó todo y le entregó un pequeño paquetito  que cabía en la palma de su mano.  Incrédulo, el hombre dijo: -Pero... ¿cómo puede estar aquí todo lo que pedí...? Sonriendo el Señor le respondió: En el local de Dios no vendemos frutos, sólo semillas.  ¿Plántelas!   El mensaje es: &qu

La estrella verde.

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  ★ La estrella verde.                                                                     Existían millones de estrellas en el cielo, estrellas de todos los colores: blancas, doradas, verdes, rojas plateadas, azules... Un día, inquietas, ellas se acercaron a Dios y le propusieron: -Señor, nos gustaría vivir en la Tierra, convivir con las personas. -Así se hará,  respondió el Señor. -Las conservaré a todas ustedes pequeñitas, tal como se ven de lejos, para que puedan bajar a la Tierra. Se cuenta que aquella noche hubo una fantástica lluvia de estrellas. 🌠🌠🌠🌠 Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños. La Tierra quedó, entonces, maravillosamente iluminada. Pero con el correr del tiempo, las estrellas decidieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando a la Tierra oscura y triste. -¿Por qué volvieron?, preguntó Dios a medida que ellas iban ll

En manos de Dios.

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  En manos de Dios   - Pero Jesús, ¿Cómo te has puesto? ¿Dónde te has metido?.  El niño no pasaba del dintel de la puerta. Clavó su mirada en las sandalias y en el borde de la túnica. Un barro rojizo tapaba todos sus pies, no pudiendo distinguir más que la forma de las correas. Salpicaduras de arcilla llegaban hasta el cinto. - Mamá, a Esaú se le atascó la carreta en el cruce del camino con el arroyuelo. ¡Con lo que ha caído de agua en estos días!. - Y mi niño se metió para ayudar... - Entre cinco hombres no podían, porque iba cargado de leña. María exageró sus palabras arqueando las cejas. - Y seguro que tú ibas a hacer mucho...Si tienes muy poquitas fuerzas. - Pero algo haría, Mamá. No me iba a quedar mirando. - Sí, algo estorbarías... pero, ¿lo sacaste? - Claro. ¡Qué gozada! En el último empujón, todos a una, conseguimos hacer rodar las ruedas por lo firme. - Muy bien. Ahora vamos a lavarte los pies, antes de que ensucies toda la casa. María recogió un jarro, un recipiente, un paño

Mamita María y el rosal blanco

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  Mamita María  y el rosal blanco Junto a la pared de la sencilla casa de María, crece un rosal, que se resiste hasta en invierno a dejar de saludarnos con la alegría de sus capullos blancos. -Mamá, ¡Qué suerte tienes!  Nuestro rosal siempre tiene rosas. -Claro, Jesús. Es que es un regalo de Dios.  Ahora que vas siendo mayor te voy a contar su historia. "Una mañana, tempranito, después de que todos los ruiseñores estrenaran el amanecer con sus cantos y las flores se lavasen la cara con el  rocío, me puse a hacer mi alabanza al Creador por todo lo que nos envuelve. Aquel día se me inundaban los ojos y el corazón cuando repetía: -"¡A ti gloria y alabanza por los siglos!". Miré por la ventana que da al amanecer, y me pareció que el sol se empeñaba más por entrar. Volví a repetir con fuerza: -"¡El sol que gobierna el día!".  Y en aquel mismo instante el sol me dijo: -¡María, que suerte tienes!.  Dios me manda a decirte que te quiere más que a todo lo que ha salido

La leyenda del Tajibo

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    La leyenda del Tajibo Cuenta la historia que cuando Dios estaba preparando el mundo, se reunió una tarde con todos los árboles y pidió que cada árbol eligiera la época en la que cada uno de ellos quisiera florecer y así embellecer la tierra. Y en un estallido de alegría comenzaron todos a gritar "¡otoño!, ¡verano!, ¡primavera!" Pero Dios vio que ninguno elegía la estación de invierno, entonces preguntó: - ¿Por qué nadie elige la época de invierno? Cada uno tenía su razón. ¡Muy seco!, ¡muy frío!... ¡muchos incendios! Entonces Dios pide un favor... Necesito al menos un árbol que embellese el invierno, que sea valiente y capaz de enfrentar el frío, la sequía y las quemas y en ese frío embelleser el mundo... Se quedaron todos en silencio. Fue entonces que un árbol callado y tranquilo al fondo, sacude sus hojas y dijo: -¡Yo voy! Y Dios con una sonrisa preguntó: - ¿Cuál es tu nombre? -¡Me llamo Tajibo, Señor!  Los otros árboles quedan espantados del coraje del Tajibo y su locur